Policías buenos
“Los policías y los jesuitas tienen la virtud de no abandonar jamás ni a sus enemigos ni a sus amigos”.
– Honore de Balzac.
Seguramente este artículo va a generar controversia y sentimientos encontrados, especialmente en el marco de lo que acontece en EU por los abusos policiacos, y recordando lo mismo sucedió en Tijuana en marzo pasado, cuando un policía municipal asesinó a un indigente de la manera que el policía de Minneapolis.
Desafortunadamente, en todas las encuestas nacionales sobre percepción, las policías municipales aparecen en los últimos lugares de confianza ciudadana, llevándose invariablemente ejército y marina los primeros lugares.
Paradójicamente, la única manera de aspirar a una ciudad sustentable en materia de seguridad es a través de las policías municipales.
La razón es muy sencilla: son los que tienen el mayor número de elementos en una base fija en la ciudad, son los que conocen mejor las calles y la cartografía de la misma, y por consecuencia la mayor capacidad de respuesta y desplazamiento. Adicionalmente, sus planes y estrategias deben ser elaborados en base a la problemática de cada zona, y no como una estrategia estatal o federal.
En ese sentido, las policías estatales y federales, en conjunto con los ministerios públicos, deben coadyuvar y coordinarse a la estrategia de la policía municipal de cada ciudad, reforzando su estrategia.
Sin embargo, esto no sucede. Cada trienio hay cambios de mando en las policías municipales generándose un “volver a empezar”, donde se desecha lo logrado en la administración anterior, convirtiendo a los policías municipales también víctimas de las circunstancias, “politizando” la seguridad.
En mi función como consejero ciudadano de seguridad pública, me ha tocado presenciar diferentes aristas de las policías municipales.
He asistido a las ceremonias de graduación de nuevos policías, compartiendo el orgullo y la esperanza de ellos y sus familiares.
He sido testigo también de las precariedades con las que a veces tienen que cumplir su trabajo: falta de patrullas, equipo y armamento, y chalecos antibalas de bajo calibre o vencidos.
Me ha tocado presenciar la situación de policías caídos en servicio, sin recursos para las honras fúnebres y sin protección económica para sus deudos.
En lo que va de las nuevas administraciones, hemos perdido 37 policías municipales y 8 policías estatales; 9 por Covid (4 en Tijuana y 5 en Mexicali), 9 por enfermedades respiratorias (7 en Tijuana y 2 en Mexicali), y 19 asesinados (4 en Tijuana, 3 en Ensenada, 4 en Tecate, 2 en Rosarito, 4 ministeriales y 2 guardias estatales).
En el caso del COVID y enfermedades respiratorias, existen serios cuestionamientos en cuanto a los protocolos y equipo de protección que se les da a los policías.
En el caso de los policías asesinados, en solo uno de ellos se ha aprendido al responsable, donde desafortunadamente el mayor mensaje de impunidad que se le puede mandar a una sociedad es el caso de un policía asesinado donde no se castiga al responsable.
En los países organizados, el asesinato de un policía difícilmente queda impune.
Nuestra policía municipal merece más empatía. Ellos salen todos los días de su casa sin saber si van a regresar con su esposa e hijos al final de la jornada.
Juan Manuel Hernández Niebla, Presidente del Consejo Ciudadano de Seguridad Pública del Estado. Columna publicada el 10 de junio de 2020 en el periódico FRONTERA Tijuana.
Sorry, the comment form is closed at this time.