Las tres crisis
“El desafío para los líderes del mundo es manejar la crisis mientras se construye el futuro”.
– Henry Kissinger
El mensaje del presidente López Obrador el domingo pasado desilusionó a un gran número de mexicanos, que esperaban el resurgimiento del líder pragmático y carismático que salve al país.
En un discurso setentero con tono populista, el presidente se enfocó a elogiar los principales logros de sus 16 meses de gobierno.
Cuando refirió al COVID-19 y sus efectos sanitarios y económicos, que considera pasajeros, mencionó México fue de los primeros países en prepararse para contener sus efectos, resaltando ocupamos el segundo lugar con menor número de contagiados, y en donde en su opinión no se requieren medidas contra-cíclicas en material económica para revertir la crisis.
Desafortunadamente, el discurso del presidente confirmó que México está inmerso en tres crisis: la sanitaria, la económica y la ideológica.
Según últimas cifras oficiales, los casos de coronavirus confirmados ascienden a 2,439 con 125 defunciones.
Sin embargo, las cifras reales parecen ser mucho mayor, entendiendo México es uno de los países que hace menor número de pruebas por tasa de 100,000 habitantes, pero donde existe un repunte importante durante el 2020 de enfermos de tuberculosis y de neumonías atípicas reportadas. Adicionalmente, será hasta finales de abril cuando entremos a la etapa pico de la pandemia.
La crisis sanitaria trajo consigo una guerra en los precios del petróleo, disminuyendo la mezcla mexicana a precios del 2000, con un impacto probable en la economía mexicana entre 2 y3% del PIB.
La cuarentena a la que hemos entrado ha impactado igualmente a las empresas del país, donde gran parte de la fuerza laboral ha sido enviada a sus casas, provocando precariedad económica no solo en las personas, sino en empresas micro y medianas que operan al día y no tienen reservas para enfrentar una suspensión de actividades.
Cuando la mayoría de los países están aplicando medidas contra-cíclicas, subsidiando empresas y personas con inyecciones masivas de dinero, el presidente anunció medidas de austeridad y nulo apoyo a cualquier empresa.
Hago hincapié estas medidas contra-cíclicas, “keynesianas” mas no neoliberales, fueron aplicadas por el presidente Roosevelt, al que AMLO mencionó en su discurso, para salir de la gran depresión de 1929.
Según esta teoría, “secar” la economía en situación como la actual generará más desempleo, bancarrotas, y consecuentemente menores impuestos para pagar programas sociales.
Estas acciones y anuncios del presidente están generando una crisis ideológica que pudiera dar pauta a una crisis política.
Previo al discurso, AMLO había firmado un decreto para extinguir todos los fideicomisos gubernamentales que le permitirá utilizar unilateralmente $400 mmdp.
Estos fideicomisos, si bien no exentos de malos manejos pasados, aseguraban el cumplimiento del buen funcionamiento gubernamental en rubros como mantenimiento de carreteras, centros de investigación, hospitales y escuelas.
Todo indica que estos recursos, en lugar de utilizarse para repuntar la economía, se usarán para financiar PEMEX y las construcciones de la refinería Dos Bocas, el Tren Maya y el aeropuerto de Santa Lucía, proyectos que han demostrado no ser rentables ni aportarán ingresos al país.
Más que un paliativo contra la crisis, el mensaje del presidente fue ideológico, atacando viejos fantasmas y minimizando su deber de jefe de estado.
Hoy más que nunca necesitamos un presidente a la altura de las circunstancias.
Juan Manuel Hernández Niebla, Presidente del Consejo Ciudadano de Seguridad Pública del Estado.
Columna publicada el 08 de abril de 2020 en el periódico FRONTERA Tijuana.
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