Nuevos alcaldes, nueva esperanza
“Tanta sociedad como sea posible, tan poco gobierno como sea necesario”
Este es el segundo artículo que escribo en los últimos cinco, donde los resultados en lugar de mejorar pareciera retroceder. Va de nuevo, con una nueva esperanza. Tres de los cinco municipios de BC están estrenando alcalde, y como cada trienio, se renueva la esperanza de la llegada de líderes que lleven a nuestro Estado al nivel que se requiere.
Con esa capacidad de reinventarse, nuestros municipios evolucionan constantemente en sus vocaciones económicas: turismo, industria, gastronomía, comercio. Cada sector ha demostrado que cuando una puerta se cierra, siempre se han abierto otras.
No obstante, de algunos trienios a la fecha, pareciera que los problemas han sobrepasado el dinamismo de cada ciudad. Inseguridad recurrente, transporte público caro e ineficiente, caos y nula cultura vial, problemas de infraestructura, donde las ciudades están en manos de poderes fácticos y corruptos que las tienen secuestradas.
Nuestra calidad de vida como ciudadanos se ha ido deteriorando en cada periodo, sin que los alcaldes hayan hecho algo para evitarlo. Los bajacalifornianos somos testigos de como cada trienio se transmiten unas ciudades cada vez más endeudadas y sin continuidad en los planes de seguridad y de gobierno.
Esta situación desafortunadamente no es privativa de los municipios bajacalifornianos, por lo que la solución debería estar en el fortalecimiento del modelo de municipio. Sería mucho más sencillo administrar los problemas de cada ciudad fortaleciendo el modelo municipalista, pero la federación pareciera recurrir cada vez mas a un modelo centralista.
Necesitamos un modelo municipalista basado en la ciudadanía, con programas, leyes, y reglamentos que den certidumbre jurídica a largo plazo, asegurándose que el alcalde en turno no pueda cambiar el rumbo de lo que se hizo bueno, como desafortunadamente nos ocurre cada trienio.
Se necesita igualmente un cabildo ciudadano que acote los intereses y poderes fácticos, eliminando los grupos de poder que impiden el funcionamiento y aplicación de políticas públicas en beneficio del bien común, implementando paralelamente contrapesos a la labor del alcalde.
Se necesita terminar con la cadena de corrupción existente: transporte público con permisos clonados, comisiones en obras de infraestructura, bares operando sin permiso, y burocracia que crece cada periodo. Se debe reformar la administración municipal para que atienda por temas específicos y no a través de direcciones y secretarías que tardan en aprender y en ocasiones se traslapan, donde los funcionarios responsables tengan capacidades comprobadas en sus áreas de responsabilidad; que los puestos asignados no sean premios de campaña o por compromisos contraídos.
Igualmente se deben empoderar y habilitar a los líderes comunitarios que conocen la problemática de sus respectivas zonas, utilizando el modelo de delegaciones con voz y voto en las administraciones de cada municipio. Se deben establecer objetivos a corto, mediano y largo plazo; con parámetros de desempeño medibles y transparentes para toda la comunidad.
Los parámetros deben ajustarse y valorarse a través de consultas públicas y la participación activa de verdaderos consejos ciudadanos. Cada alcalde debe ser el líder en su respectiva ciudad, pero solo con el apoyo, comunicación y entendimiento de la ciudadanía logrará romper paradigmas y valores entendidos contrarios a los intereses comunitarios.
Se necesita dinero, estrategia, comunicación, integración y transparencia, pero sobre todo se necesita un gran amor por nuestros municipios y Estado. Nuevos alcaldes, nueva esperanza. Los bajacalifornianos debemos apoyar, pero también exigir.
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